
Hace más de 2000 años, un sabio griego que vivía en Egipto hizo algo que parece de ciencia ficción: calculó la circunferencia de la Tierra con gran precisión… usando solo observación, geometría y un palo. Su nombre era Eratóstenes.
Nacido en Cirene (Una antigua ciudad griega) alrededor del año 276 a.C., Eratóstenes fue un verdadero genio de su tiempo: matemático, astrónomo, filósofo, geógrafo y también director de la famosa Biblioteca de Alejandría, quizá el centro de conocimiento más grande del mundo antiguo.
¿Cómo lo hizo?
Eratóstenes sabía que en Syene (actual Asuán, al sur de Egipto), el Sol del mediodía en el solsticio de verano caía justo encima: no había sombra y el reflejo del Sol llegaba hasta el fondo de los pozos.
Sin embargo, en Alejandría, que está al norte, ese mismo día y a la misma hora, los objetos sí proyectaban una sombra. Esa diferencia solo podía explicarse si la superficie de la Tierra era curva.
Entonces, Eratóstenes hizo un experimento: clavó una vara vertical (un gnomon) en el suelo de Alejandría y, al mediodía del solsticio, midió el ángulo de la sombra proyectada. Obtuvo un ángulo cercano a 7,2°, que es 1/50 de un círculo completo (360°).
Con esa información, hizo un cálculo brillante:
Si 7,2° equivalen a la distancia entre Syene y Alejandría (aproximadamente 800 km según las estimaciones de la época), entonces multiplicando esa distancia por 50, obtendría la circunferencia total de la Tierra.
Resultado: 40,000 km aproximadamente.
La cifra real hoy en día es de 40,075 km, lo cual es un margen de error mínimo, especialmente si consideramos que lo hizo sin satélites, sin relojes atómicos ni calculadoras, además de otros factores.